Desnudando la Web3 desde las Cenizas de la Red
Nos han prometido la revolución. Nos susurran al oído la utopía digital, un internet donde las cadenas se rompen y el poder retorna a las manos de quienes lo habitan. Nos hablan de Web3. Pero en La Resistencia Post, sabemos que toda promesa de libertad merece ser diseccionada bajo la luz más cruda, sin los filtros de los evangelistas ni la complacencia de los cándidos. ¿Es esta la verdadera liberación que anhelamos o solo una nueva jaula dorada, adornada con el brillo efímero de los tokens y la seducción de la descentralización?
De la Telaraña Estática a la Red de Vigilancia: Un Breve Recuento de Nuestra Servidumbre Digital
Recordemos. La Web1 fue la promesa original, ese vasto océano de información donde éramos meros exploradores. Leíamos, contemplábamos, pero rara vez dejábamos una huella profunda. Era un sueño de acceso, ingenuo y efímero. Luego, como la marea que arrastraba todo a su paso, llegó la Web2 : la era de la interacción, la conectividad global, la aparente democratización de la voz. Nos entregaron herramientas para crear, para compartir, para conectarnos con millas. Pero detrás de cada «me gusta», de cada foto compartida, de cada comentario, se erigía un imperio. Google, Facebook, Amazon: los nuevos dioses del algoritmo que, con cada byte de nuestros datos, consolidaban un poder sin precedentes. Nos convertimos en el producto, en el recurso minero de su vasta economía de la atención. Nuestra identidad digital, nuestras relaciones, nuestro trabajo, todo quedó subsumido bajo su yugo centralizado.
Ahora, nos presenta la Web3 . La narrativa es seductora: «descentralización», «propiedad del usuario», «economía tokenizada». Nos dicen que el blockchain es el nuevo evangelio, que los NFTs son la llave a la verdadera propiedad digital, que las DAOs nos devolverán el control. La promesa es grandilocuente: un internet donde no haya intermediarios, donde nuestros datos sean realmente nuestros, donde seamos soberanos de nuestra identidad digital. Pero en este nuevo evangelio, ¿quiénes son los profetas y quiénes los pastores que guían al rebaño hacia un nuevo tipo de corral?
La Falacia de la Descentralización: ¿Quién Posee Realmente los Hilos?
El pilar central de la Web3 es la descentralización . En teoría, las redes distribuidas eliminarían el poder de los grandes intermediarios, promoviendo la resistencia a la censura y la verdadera autonomía. Pero la realidad es más compleja, y por fin, más incómoda. Hemos sido testigos de cómo la mayoría de los proyectos «descentralizados» terminan por concentrar el poder en pocas manos: los primeros adoptantes, los grandes inversores, los equipos de desarrollo originales que acumulan la mayor parte de los tokens. La «propiedad del usuario» se convierte, a menudo, en la propiedad de un porcentaje ínfimo de un token volátil, mientras que las verdaderas decisiones recaen en aquellos con el poder económico suficiente para influir en las DAO.
Consideremos la economía tokenizada . Se nos dice que «recompensa la participación y la contribución». Pero, ¿no es esto un reflejo distorsionado del capitalismo de plataformas que ya conocemos? ¿Acaso no es solo una nueva forma de gamificar nuestra existencia, de monetizar cada interacción en una cadena de valor controlada por aquellos que diseñan el juego? La promesa de ganar criptomonedas por «colaborar en un proyecto» puede fácilmente transformarse en una precarización disfrazada, donde la mano de obra digital compite en un mercado global volátil, bajo la ilusión de ser «propietarios» de un minúsculo pedazo de una infraestructura opaca.
Nos dijeron que los NFTs salvarían a los creadores. Que el arte digital por fin sería «tuyo». Pero en muchos casos, lo único que compras es un token, no la obra, ni sus derechos. ¿Quién se beneficia realmente de esta cripto-galería mundial?
SSTA
LRP
La Postproducción y el Espejismo de la Propiedad Digital: ¿Arte o Activo Especulativo?
El ámbito del entretenimiento y la creación audiovisual es un terreno fértil para las promesas de la Web3. Nos dicen que los NFT son la panacea para los creadores: la monetización directa, propiedad verificable sobre nuestro arte, el fin de los sellos discográficos y los estudios. Artistas como Grimes o Kings of Leon han incursionado en este espacio, vendiendo su música como NFT. Pero, ¿estamos realmente asistiendo a una democratización de la creación oa la mercantilización definitiva del arte?
Los NFT, en muchos casos, no otorgan propiedad sobre el copyright o los derechos de uso de una obra, sino sobre un «token único» que representa la propiedad. En un mundo donde la especulación y el hype dictan el valor de estos activos, ¿cuántos creadores verán realmente recompensado su talento más allá de una burbuja financiera? La promesa de financiamiento descentralizado a través de DAOs o crowdfunding cripto suena atractiva para los artistas independientes. Pero, ¿están preparados para navegar la complejidad técnica, la volatilidad de las criptomonedas y la falta de regulación que abre las puertas a estafas y proyectos fallidos?
La postproducción no escapa a esta narrativa. Nos hablan de herramientas como Arweave para almacenamiento descentralizado, de Glass.xyz para monetizar vídeo sin intermediarios. La idea de que los editores, coloristas o sonidistas puedan poseer parte del contenido final y obtener ingresos residuales automáticamente es, en la superficie, liberadara. Sin embargo, ¿cuántos profesionales del medio están dispuestos a abrazar la curva de aprendizaje, la inestabilidad de los valores de los tokens y la incertidumbre regulatoria que aún acecha este nuevo paradigma? La Web3 propone una «identidad profesional en la blockchain», pero ¿será esta una verdadera garantía de autonomía o una nueva forma de atar nuestra valía a un registro inmutable que puede ser tan opaco como un currículum tradicional?
El Metaverso y la Trampa de la Inmersión: ¿Libertad o Nueva Prisión Digital?
La convergencia de la Web3 con el metaverso es otro punto de fricción. Se nos promete «experiencias inmersivas», conciertos virtuales y películas interactivas donde la audiencia es parte activa de la narrativa. Nos hablan de plataformas como The Sandbox o Decentraland, donde el entretenimiento se vuelve una experiencia comunitaria y co-creada. Pero, ¿es esta inmersión una verdadera expansión de nuestra libertad o el siguiente paso en nuestra alienación digital?
Mientras nos sumergimos en mundos virtuales «descentralizados», ¿quién controla los protocolos, las infraestructuras subyacentes, las reglas que rigen estas economías virtuales? La «economía de fans y recompensas» habilitada por micropagos y tokens sociales podría transformar nuestra pasión en una nueva forma de trabajo no remunerado, donde nuestra participación se monetiza para el beneficio de unos pocos. La ilusión de ser «parte del espectáculo» no debe cegarnos ante la posibilidad de convertirnos, una vez más, en consumidores de experiencias diseñadas y controladas por élites con acceso a la tecnología y el capital.
La Resistencia no es un Algoritmo: Un Llamado a la Vigilancia Crítica
En La Resistencia Post, nos negamos a caer en el hype acrítico. La Web3 no es un monolito homogéneo; Contiene ideas que merecen ser exploradas, tecnologías que podrían, si se dirigen correctamente, servir a propósitos liberadores. Pero nuestra experiencia con la Web2 nos ha enseñado una lección fundamental: la tecnología, por sí misma, no es ni buena ni mala; es un espejo de las intenciones de quienes la construyen y de las estructuras de poder que la adoptan.
Los desafíos de la Web3 son innegables: la complejidad técnica, el consumo energético de algunas blockchains, la falta de regulación que abre las puertas a estafas masivas, y la concentración de tokens en pocas manos que desmiente la promesa de una verdadera descentralización. No se trata de rechazar la innovación, sino de abordarla con una vigilancia crítica, con la conciencia de que las narrativas dominantes suelen disfrazar agendas de control y acumulación.
¿Hacia Dónde Gira la Brújula de la Resistencia Digital?
La Web3, en su estado actual, se presenta más como una promesa por cumplir que como una realidad consumada. Para que sea una verdadera revolución y no un mero espejismo, debe ser construida desde abajo, con una ética que priorice la verdadera soberanía del usuario, la accesibilidad universal, la sostenibilidad ambiental y la justicia distributiva, más allá de la especulación financiera.
Nuestra misión, como La Resistencia Post, es precisamente esa: desmantelar las narrativas dominantes, incomodar a los poderes fácticos y proponer nuevas formas de entender la cultura, el poder, los cuerpos, la tecnología, el arte y los símbolos. La Web3 no reemplazará a la Web2 de la noche a la mañana, pero ya está desafiando nuestra concepción de la propiedad digital, el dinero, la colaboración y la libertad en internet.
El futuro del internet y del entretenimiento no se decidirá en los laboratorios de Silicon Valley o en los círculos de inversores de criptomonedas, sino en la capacidad de la gente común para cuestionar, para resistir y para construir alternativas verdaderamente emancipadoras. La Web3 no es solo una tecnología; es un campo de batalla ideológico. Y en este campo, La Resistencia Post estará siempre presente, con la pluma afilada y la mirada crítica, para asegurar que la próxima «revolución» no sea solo un nuevo capítulo en la historia de nuestra servidumbre digital.
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«¡Vaya! Después de ver tanto ‘Lorem Ipsum’ por ahí, da gusto encontrar una web con contenido real y sustancioso. Se nota que en La Resistencia Post se toman en serio cada detalle, no solo en la postproducción, sino en cómo se presentan. ¡Felicidades por la transparencia y el profesionalismo desde el primer clic!»